Es preciso ser consciente de la necesidad de llevar a cabo un envejecimiento activo como una de las medidas que están a la mano para la prevención de la demencia.

El envejecimiento es un proceso de cambio gradual que conlleva la maduración a lo largo de la infancia, la pubertad y los primeros años de la edad adulta, seguida de un declive durante edades media y avanzada de la vida.

La proporción de personas mayores crece en todo el mundo, produciéndose un envejecimiento acelerado de la población y un aumento en la esperanza de vida. En este sentido, cobra gran importancia el concepto de Envejecimiento Activo.

Éste es conocido como el proceso de optimización de las oportunidades de salud, seguridad y participación, con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen.

Se debe entender esta etapa de la vida como un ciclo más de crecimiento personal. Se hace necesario mejorar las oportunidades de envejecer activamente en general y de promover el modelo de calidad de vida autónoma e independiente. Para ello, se debe dar a las personas mayores la posibilidad de participar plenamente en la sociedad, permitiéndoles que contribuyan activamente a través de actividades de voluntariado y de programas intergeneracionales, así como ofrecerles vivir con independencia y autonomía.

Para el fomento del envejecimiento activo es necesario colaborar en la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades. Así, el mantenimiento de la independencia y la autonomía es el principal medio para envejecer activamente. Por ello, es importante detectar lo antes posible las pérdidas de memoria asociadas al envejecimiento normal y establecer las medidas preventivas necesarias para que las personas mayores mantengan la independencia durante el mayor tiempo posible.

No obstante, el envejecimiento activo puede ir asociado a un declive cognitivo, causado principalmente por la edad. Se estima que en torno a un 20% de la población mayor sufre deterioro cognitivo leve y entre un 5-10% desarrolla demencia.

La preservación de las funciones cognitivas es una condición necesaria para desarrollar una vida independiente y productiva, por lo que su deterioro reduce el grado de independencia, de interacciones sociales, de autonomía personal y de calidad de vida.

En el marco de programas de promoción del envejecimiento activo, los programas de estimulación cognitiva preventiva están dirigidos a personas mayores con pérdidas leves de memoria o deterioro cognitivo leve. Estos programas de intervención neuropsicológica pretenden fortalecer el funcionamiento cognitivo y reducir el riesgo de padecer demencia.

Así, el entrenamiento cognitivo puede tener un efecto protector frente al desarrollo de una enfermedad neurodegenerativa, como por ejemplo la Enfermedad de Alzheimer. La comunidad científica ha reconocido la importancia de estas intervenciones cognitivas.

Como conclusión, podemos afirmar que la prevención de las demencias posibilita el mantenimiento de la autonomía e independencia y así promover un envejecimiento activo. El entrenamiento de las funciones mentales superiores a través de la estimulación cognitiva se sitúa como la herramienta más eficaz conocida hasta la fecha para reducir la aparición de demencia.

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En CITEA estamos centradas en trabajar sobre el envejecimiento activo para prevenir la demencia, sin embargo otras organizaciones también lo fomentan mediante proyectos como Radio Activa, donde crean un espacio para la participación comunitaria y sus jornadas «Mayores en las calles y en las ondas» y que se reúnen el 10 de diciembre.

Alba Sánchez Moya, psicóloga especialista en neuropsicología.