Las pérdidas de memoria son uno de los primeros síntomas visibles de las diferentes demencias. Por eso, es normal que ante su aparición tanto el paciente como sus familiares se preocupen. Sin embargo, las pérdidas de memoria forman parte del proceso natural de envejecimiento y lo más frecuente es que no estén relacionadas con ninguna patología. ¿Cómo podemos distinguir cuándo debemos pedir un diagnóstico profesional? Te lo contamos a continuación
La memoria es el proceso cognitivo a través del cual se codifica, almacena y recupera una información determinada o un suceso concreto. Este término no es un concepto unitario, sino que existen diferentes tipos o clases de memoria. Se trata de un conjunto de sistemas independientes e interactuantes que se diferencian entre sí por el tipo de información que procesan, las reglas de funcionamiento y los mecanismos cerebrales implicados.
A medida que envejecemos es común experimentar pérdidas de memoria. En concreto, en el envejecimiento normal, podemos encontrar afectación en ciertos tipos de memoria, no siendo así en otros. Así pues, la mayor alteración se produce en la memoria episódica, es decir, la memoria sujeta a parámetros espacio-temporales, como por ejemplo qué hicimos el domingo pasado por la tarde. En concreto, la memoria de origen o contexto (características espaciales, temporales o sociales de las condiciones o contexto de una memoria) se afecta más en el envejecimiento que la memoria del contenido o hecho en sí. Otros tipos de memoria, como la prospectiva (capacidad de recordar los eventos futuros, como felicitar a un amigo por su cumpleaños) también se ve afectada con la edad. Por el contrario, la memoria semántica, es decir, la memoria del conocimiento general sobre el mundo, se incrementa con la edad. Por último, la memoria procedimental o de habilidades y destrezas motoras se mantiene relativamente estable en el envejecimiento.
Por su parte, a pesar del extenso conocimiento existente sobre el perfil neuropsicológico en el envejecimiento típico, los límites entre el envejecimiento normal y distintas condiciones patológicas que afectan al Sistema Nervioso en etapas avanzadas de la vida no son demasiado claros y, a veces, es muy difícil determinar dónde comienza uno y acaba el otro. Así, por ejemplo, las alteraciones relacionadas con la memoria suelen ser los primeros signos y/o síntomas cognitivos más frecuentes tanto en el envejecimiento normal como en las primeras etapas de la Enfermedad de Alzheimer.
Dada la importancia que supone discriminar entre los cambios cognitivos asociados a un envejecimiento normal y las distintas formas de enfermedades que implican deterioro neuropsicológico ha aparecido el término Deterioro Cognitivo Leve. Este concepto puede entenderse como un estadio intermedio entre el envejecimiento normal y las enfermedades neurodegenerativas; es decir, un declive de la función cognitiva superior al esperable por el envejecimiento típico en el que no se ven afectadas las actividades de la vida diaria del paciente. Es de suma importancia descubrir la presencia de este deterioro cognitivo, para proceder a una intervención precoz.
Por último, cabe destacar que no todas las personas con deterioro asociado a envejecimiento normal o Deterioro Cognitivo Leve acaban desarrollando una demencia. Así, para evitar la aparición de demencia, es muy importante llevar a cabo una prevención de calidad. CITEA cuenta con un Programa de Estimulación Cognitiva Preventiva, en el que se trabaja tanto en formato grupal como individual, y cuyo objetivo es mantener/potenciar el funcionamiento cognitivo y reducir el riesgo de padecer demencia. Si necesitas más orientación acerca de este tema o quieres ampliar información sobre nuestros talleres de estimulación cognitiva o memoria, ponte en contacto con nosotros. Estaremos encantados de atenderte.
Alba Sánchez Moya
Psicóloga. Especialista en Neuropsicología en CITEA.